La inteligencia artificial también entra en juego, plataformas como esta pueden ofrecer apoyo emocional inicial, orientación general o invitar a la reflexión, pero no reemplazan la relación terapéutica, la escucha activa humana ni el diagnóstico clínico. Una IA no puede interpretar silencios, gestos, historia personal ni hacer una intervención ética basada en años de formación clínica y supervisión profesional.